LA DOBLEZ DEL FIGURANTE

David Mateo

del volumen Palabras en acecho

Ed. Almargen (Cuba, 2005) 

Si del fotógrafo René Peña se afirma con mucha frecuencia que parece ser un artista “libertino” o “perverso”, que su obra presume de un egocentrismo inusual, es justamente porque trabaja dentro de esa ambigua línea divisoria entre los valores genéricos y concretos. Sus fotografías simulan neutralidad pero son dependientes, suponen introversiòn pero son  extrovertidas, aparentan lucubrar acerca del individuo y terminan comentando sobre las lógicas y disyuntivas de la colectividad.  Leer más

No se trata de aquella obra engañosamente autotélica que intenta criticar la ausencia de compatibilidad, sugiriendo nuevos exorcismos con los cuales liberar las imposturas propias; ni de un tipo de propuesta que pretende verificar de manera desdeñosa algunos rasgos inauténticos del conglomerado; sino por el contrario, de aquella que expone la incertitud como un hecho consumado, que se cita y manipula a sí misma como razón o evidencia.

Cuando René Peña se retrata, retrata la crisis de la individualidad y sus formas representativas. No necesita poner a prueba lo que ha experimentado por cuenta propia, lo que ha testimoniado en la historia de una dinastía familiar plagada de fetiches religiosos, fichas de identidad, cánones de ascenso o poder, medallas de virtud… Si de algo nos alerta el  autor, es que ya va quedando menos espacio para la extrañeza, para la reconversión de referencias y significados, que casi todo ha sido falsamente instituido bajo el prisma de lo eventual.

René Peña, como algunos fotógrafos sobresalientes de su generación (pienso, por ejemplo, en Juan Carlos Alom, Manuel Piña, Carlos Garaicoa) ha desarrollado una gran habilidad para el despliegue de lo histriónico, complementado con la excelencia de un diseño compositivo. Aunque a diferencia de sus coterráneos, él se convierte en un sujeto mucho más activo dentro de la teatralidad que simula, algo así como un figurante que va retocándose y desdoblándose, según sea la atmósfera o el rol de la escena que le corresponde representar.

Paradójicamente, donde creemos haber topado con el límite de lo casuístico, de lo particular en la fotografía de René Peña, es donde comienzan de verdad a  involucrarse, a dialogar todas y cada una de las metáforas, a descubrirse las hendeduras, los intersticios por donde se asoma la incertidumbre acerca de ese arquetipo al que un día aspiramos, y que aún no hemos podido alcanzar.

 

SAD BLUE CHILD O LOS OBJETOS QUE HABLAN

José Fernando Fernández

Según las acepciones del Real Diccionario de la Lengua Española, objeto es una cosa material y concreta, por lo general de dimensiones reducidas, sinónimo de elemento, también es la causa de una acción física o intelectual, sinónimo de motivo.  Leer más

Conjugando estas dos acepciones desde el punto de vista semántico se puede inducir que René Peña convierte objetos habituales en destino de una acción o sentimiento, este concepto nos ayudará a comprender por que caminos transita la obra del artista en estos momentos,

De Peña mucho se ha visto y mucho se ha escrito, y en esta ocasión lejos de lo que nos tiene acostumbrados a mostrarnos, que es la utilización del cuerpo humano como soporte de su discurso, nos propone objetos aparentemente inconexos, necesaria ruptura en su vasta obra.

El antecedente más importante y posiblemente mas antiguo en el tratamiento de objetos a través del lente, lo constituye el gran artista americano Edward Weston (1886), pionero en considerar la fotografía como arte: Ejemplo de piezas objetuales en su obra se destacan “El excusado” (1925) mueble sanitario que simula una escultura griega y “Pimiento” (1930) pieza que a partir del nivel de composición lograda  se asemeja a un torso musculoso.

En el caso de Peña a pesar de ser propuestas bien diferentes, existe un referente en la serie “Muñeca mía” de 1992, trabajo autorreferencial en el que mezclaba el cuerpo con muñecas infantiles, en el que nos hacia reflexionar sobre la negritud, las diferencias raciales,  la sexualidad  y la marginalidad.

Otro referente obligado fue la serie “Icon”, trabajo exhibido en la 9na Bienal Internacional de La Habana, este proyecto fusionaba instalaciones consistentes en vulgares objetos de consumo encerrados en urnas de cristal, con fotografías presumiblemente abstractas que mostraban detalles de estos, sobredimensionando así el valor de los mismos y convirtiéndolos en iconos de la modernidad; ríspida critica sobre la pseudocultura kitsch, y el consumismo, tan arraigados dentro de la sociedad contemporánea.

En el caso que nos ocupa el artista nos propone piezas gran formato impresas en tela, y como es su costumbre nos malcría  regodeándose  en  el uso de una depurada técnica fotográfica, obteniendo  como resultado un producto final de  factura impecable. El espectador se enfrenta  con un discurso visualmente plástico, pero también con una obra muy polisémica.

Partiendo  de la temática objetual que hilvana el proyecto, en gran medida su solidez descansa en la diversidad de estilos que abarca. Piezas eminentemente pop como “Gorro de playa” y “Galería”, en esta última  el artista de manera irónica nos sumerge en el mundo de  las relaciones mercado y arte, comienza el juego, se vende o no se vende, la obra es buena o no, se legitima o no la misma a través del mercado. En la muestra encontramos obras como “Perchero” fiel exponente del arte minimalista, y otras marcadamente conceptualistas como “Hueso de pollo” y “Chancleta”, en las que subyace el mundo del consumismo mezclado con la precariedad que nos golpea cotidianamente.

“Sad blue child” y “Careta”, a mi juicio quizás sean las piezas más emblemáticas de la muestra. La primera fue el embrión de la serie que abarca estas y otras muchas que componen la misma, quizás sea una de las razones por las que Peña decidió dar titulo a esta exposición a partir de la  misma. Sin lugar a dudas estas obras son las que constituyen en mayor medida el soporte filosófico, psicológico y moral de la propuesta.

“Careta” es una pieza que apartándonos de su belleza visual, misterio intrínseco y sordidez, es la que de  manera más clara nos permite ver la relación objeto – sujeto, en este caso el sujeto menos ausente que en el resto de las otras piezas. Todos en determinado momento nos escondemos detrás de una careta o nos quitamos la misma. En el caso de “Sad blue child” sucede un tanto parecido, la pata de rana infantil simula a su vez un rostro humano, si esta triste o alegre, depende de la lectura y percepción del espectador.

Detrás de cada objeto fotografiado y observado, existe un juego entre textura, plano e iluminación, conceptualmente la fuerza de las imágenes nos remiten al sujeto ausente provocando reflexiones a partir de las diferentes funciones inherentes a los mismos.

Ruptura total en la obra de Peña; la suerte esta echada, y ustedes tienen la última palabra.

 

THE ART PHOTOGRAPHY OF RENÈ PEÑA: BURDEN AND BLESSING

Carl Heyward

SAN FRANCISCO ARTIST/WRITER

Beauty, menace, magic, sacrifice…. Words that convey the impression left upon the viewer of the art photography of Renè Peña. The Cuban-born, Havana-raised Peña works in that area that exists somewhere between the obscure and the obvious; a space that belies conventional perception of place and circumstance that give rise to a new appreciation of the symbols that represent the pervasive element that define us, contort us and sometimes, comfort us.  Leer más

Peña is concerned with the individual, but specially the impact of institutions on the individual relative to identity, societal role and cultural expectation.  Since 1989, against the backdrop of Socialist Cuba, Peña has produce photographic installations that illustrate the power of the institutions of Family, Church, Political Party, The State and even of Fashion. Who we are, who we think we are, is defined by the confluence of these institutions and their impact upon us is both immediate and long lasting, from cradle to grave. All institutions, regardless of political or philosophical orientation, offer care, direction, definition and diversion; all punish, restrict, and reward; all are, to degree, upon the individuals that serve them, and in turn, are served by the institution.

Using his own body as object, Peña’photograph may be read as indictments of corrosive de-humanizing affect of institutions on the human psyche.

While his photographs may initially appear to rely on shock-value or unusual renderings of risqué tableau ala Mapplethorpe or Larry Clark, Peña’s work is as rich and as complex as the aforementioned artist and brings and Afro-Caribbean sensuality that transcends gender or nationalist identification. This may be the point: Peña sees and reports on what he sees in his photograph and installations. What we think about what we see, if we think about it at all, is in the direct proportion to the success and impact of generations of institutional conditioning and expectation. It’s weight is both burden and blessing.

 

ARTIST STATEMENT

René Peña, 1996

“Yo soy un hombre común. De la misma forma pienso que, en realidad, los individuos, por muy peculiares que sean, nunca son algo especial o excepcional, puesto que, básicamente, son sólo eso: personas.  Leer más

Con este conjunto de fotos hablo de los demás a través de mí. Mis autorretratos no son una reafirmación de mi personalidad, no son el reflejo de un sujeto de características narcisista.

Son sólo un pretexto para hablar de los otros, de esos seres, comunes y corrientes, de los cuales yo me siento paradigma.

La sociedad está conformada por instituciones (la familia, la religión, el Gobierno, etc.), por lo tanto, podría decirse que somos entes  institucionalizados. Siempre hay un gurú que dirige: el padre en la familia, el sacerdote en la religión, el jefe en la tribu… y así sucesivamente. Todos ellos trazan objetivos que, en principio, están encaminados -con la mejor fe- a hacer prevalecer el orden y la estabilidad, velando siempre por los intereses comunes.

Pero sucede –compleja que es la vida y contradictorios los seres humanos– ­que, al final, tiene más fuerza la propia personalidad del gurú, y los sujetos terminan siendo manipulados, so pretexto de que el camino señalado es el mejor para ellos.

¿Qué hijo no ha tropezado con un padre cargado de las mejores intenciones, que piensa éste no ha crecido lo suficiente como para andar solo por la vida? Así, de pronto, uno se ve haciendo cosas o asumiendo actitudes que, en verdad, son inducidas y no producto de su propia esencia como individuo. Al punto que llega el momento en que uno no sabe si es él mismo o el otro”.

René Peña, 2012

Con mis fotos no pretendo explicar nada acerca de mí.

No son autorretratos, uso mi cuerpo como soporte de mis elucubraciones  sobre la sociedad.

No me interesan los individuos en particular. Nadie se debe creer tan importante como para ser el centro de algo.   Esas actitudes pueden crear determinado tipo de monstruos.  Mis cuentas no las quiero ajustar con los individuos, pero sí con la sociedad.  Leer más

En mis fotos trato de evitar gestos dramáticos, y sentimentalismos, que propicien cualquier  tipo de relación personal  con quien observe las imágenes.

El asunto central de mis series fotográficas es la relación que se establece entre los individuos y las instituciones  (familia, educación, partidos políticos, religión…). También presto atención a la contradicción que se crea cuando tratamos de conservar nuestra individualidad a la vez que tenemos que lidiar con nuestra condición de entes sociales.

Hace algunos años adquirí un scanner con la idea de digitalizar mis negativos, y a la vez comencé a experimentar sus potencialidades.   Así me di cuenta de que era posible  escanear objetos  tridimensionales.

Anteriormente los había fotografiado con la cámara, en un intento de seguir mi discurso acerca de los asuntos sociales sin tener que fotografiar individuos.

Los objetos que producimos y consumimos  son reflejo de nosotros mismos, al punto que podemos enfocar la sociedad y su esencia a través de ellos.

Cosas desechadas como prueba definitiva de la incontrolable voracidad del individuo contemporáneo.

Considero a la fotografía una contundente herramienta, unas veces a favor de causas justas, otras de la mentira (agradables o desagradables), y casi siempre como proveedora de nostalgias.